
Pocas personas son capaces de esperar sin caer en la necesidad ansiosa de hacer algo. Es lo que pienso mientras conduzco y miro los árboles de Navidad en las explanadas de los centros comerciales, en los balcones de los departamentos —esos, los más bonitos, son Airbnb, adivino— y en las lonas impresas de algunas tiendas que, además, ya anuncian paquetes de cenas. Los arreglos, preinstalados durante noviembre, quieren ser vistos: tendrán ya casi tres semanas montados, decolorándose por un sol despiadado, y, en estos días, aprovechan el encendido para iniciar una competencia visceral: hay que aprovechar la época para vender al máximo.
Tanto es lo que me venden que olvido qué necesito realmente comprar. Las ofertas del Buen Fin, las del Black Friday, el Cyber Monday, son prólogos urgentes de las ofertas navideñas, y estas son, al mismo tiempo, la antesala a las rebajas de año nuevo, muy atractivas todas, se lanzan a la yugular para devorar mi paupérrimo y lamentable aguinaldo. Aún con eso, también me sumo al despilfarro.
Recuerdo: han pasado ya unos cuantos días desde que despedí a mis muertos, las cenizas de incienso aún se aferraban entre los surcos del piso en mi departamento. Afuera, el mundo continúa, probablemente más rápido e insaciable que nunca, Y qué bueno, me excuso, porque la Navidad dura muy poco, y hay que aprovechar. ¿Para qué? No puedo responderme.

Sigo adelante sobre el bulevard. Por encima del auto me observan los trineos y los hombres de nieve, los renos que recorren las azoteas, los Santa Clauses que se cuelan en las chimeneas, imaginarias, montadas con inflables de plástico para simular la tradición extranjera que erosionó el imaginario hasta consolidarse en un must.
La Navidad llegó antes a las calles, o la apuramos para recibirla con una inquietud obsesiva. Cuando entro en mi departamento, la realidad es inminente: aquí dentro no hay nada, ni pinos ni cascabeles ni aroma a manzana-canela. El desasosiego es violento. Entonces tomo mis llaves y vuelvo a salir, huyo hacia la ficción colectiva. Quizá ahí fuera pueda encontrar algo.
