Mientras Claudia Sheinbaum entrega su primer informe de gobierno con una aprobación del 79% (sí, setenta y nueve, no es un error tipográfico), la oposición hace lo que mejor sabe hacer: ruido, papelitos, cartulinas fosforescentes y, por supuesto, Alito Moreno haciendo una Genki Dama en el Congreso… solo que nadie levantó las manos.
Y es que, aunque uno encienda la tele o abra ciertos periódicos (cof, Reforma, cof), parece que México se está incendiando, que hay colas del hambre y que la dictadura ya llegó en forma de presidenta científica. Pero si uno se asoma a los datos —esos molestos números que arruinan tan buenos editoriales— el país está raro… funcionando. Qué falta de respeto.
Pero vamos a los hechos (qué horror)
- Aprobación presidencial: 79%.
Y eso que no han empezado los tamales gratis. ¿Cómo le hace? Misterio para Denise Dresser y Ciro. - Identificación partidista: Morena arrasa con el 45%. El PRI tiene un glorioso 7%, es decir, lo mismo que Movimiento Ciudadano.
Sí, Alito y Máynez están empatados en popularidad… y eso que uno tiene cabello y el otro TikTok. - Percepción del país: El 68% cree que el país va bien o igual de bien. Pero si uno ve Latinus, parecería que hay guerra civil, cortes de luz, zombis comunistas y adoctrinamiento con frijoles.
- Reforma electoral: 63% cree que es necesaria.
Lo cual es un insulto directo al INE de Lorenzo Córdova, aunque ahora ya ni eso defiende Alito. A estas alturas, Alito se defiende solo del espejo. - Reforma política soñada por el pueblo:
- 81% quiere quitarles dinero a los partidos
- 74% quiere menos diputados y senadores
- 74% quiere eliminar el fuero
- 71% quiere elecciones primarias abiertas
(Y a todo esto, ¿por qué será que la “Resistencia Democrática” no mencionó nada de esto?)
El show de la Resistencia
Y mientras eso ocurre, en otro plano de la realidad (Twitter/X y el canal del Congreso), una coalición de tres enojados y dos influencers disfrazados de activistas se manifiestan con pancartas en lo que llaman la “Resistencia Democrática”.
Entre las pancartas:
- “¡Fuera Morena!”
- “¡Resistencia!”
- “¡Esto no es democracia!”
(A pesar de que el 79% de los mexicanos opina lo contrario. Pequeño detalle.)
En medio de todo, aparece Alito Moreno, líder del PRI, maestro del Photoshop moral y aficionado al cosplay de Gokú, intentando reunir “energía democrática” con una Genki Dama… que no pasó de ser un chiste viral.
Porque claro, cuando tienes el 7% de respaldo popular, todo intento épico termina como capítulo censurado de Dragon Ball Z.
El extraño caso de los medios sin pueblo
Ahora, la pregunta filosófica que ni Kant pudo resolver:
¿Por qué los medios están viendo otra película?
- Mientras los ciudadanos dicen “vamos bien”, ellos gritan “¡colapso!”.
- Mientras el pueblo apoya becas, adultos mayores y reformas, ellos lloran por el INAI y llaman “dictadura” a cualquier cosa que no huela a junior.
- Mientras la presidenta habla con Trump, el 65% del país confía al menos un poco en ella.
(Spoiler: eso es más de lo que confiaban en ningún presidente anterior.)
Conclusión: ¿Por qué pierden credibilidad?
Porque mientras el país pide reformas, menos gasto en partidos y más rendición de cuentas, los voceros de siempre siguen defendiendo a los dinosaurios con lentes Gucci.
Porque mientras la mayoría aprueba al gobierno, la oposición sólo se representa a sí misma… y ni eso con convicción.
Y porque en 2025, la democracia no se mide en likes, sino en algo más molesto para Alito: datos.