Monge Cyborg
Mientras en el Senado Alito Moreno se lanza al cuello de Noroña, en redes sociales resurge otra batalla: la que se libra en torno a su presunta mansión de 300 millones de pesos en Campeche. ¿Casualidad? ¿Cortina de humo? ¿Decoración estilo Versalles tropical? Lo cierto es que los drones no mienten… aunque tampoco juran.
Según lo difundido en 2022 por la Fiscalía de Campeche y retomado esta semana en el programa Martes del Jaguar —dirigido por la gobernadora Layda Sansores—, la propiedad que presuntamente pertenece a Alito (o a su familia, o a sus conocidos, o a su arquitecto, o a todos juntos) incluye 17 terrenos distintos, algunos registrados a nombre de su madre, otros de su hermano y hasta del propio diseñador de interiores, según se dijo.
El recorrido virtual mostró de todo: jardines de catálogo, sala de cine, área de juegos, albercas, autos deportivos, mármol importado y, quizá lo más comentado, aire acondicionado… para el perro. Sí, según Layda, hasta el perro duerme fresco, mientras el velador suda en la banqueta. Pequeños detalles que solo el calor campechano y la política mexicana pueden ofrecer.
Por supuesto, todo esto es parte de lo que se dice en medios, lo que se mostró en el programa de Sansores y lo que se comentó por el entonces fiscal Renato Sales. Nada de esto debe interpretarse como una afirmación, sólo como una apasionante novela visual con aroma a porcelana italiana y solar panels.
Lo irónico es que mientras Alito clama en Washington contra la “narcodictadura comunista”, en México el tema recurrente es cuánto cuesta su baño. Spoiler: más que muchos departamentos.
Y aunque algunos comparan la propiedad con la casa de Noroña (valorada, según dicen, en apenas 12 millones), lo cierto es que entre los dos ya podrían abrir una inmobiliaria ideológica: “Izquierda con cochera, derecha con cine”.
Al final, la pregunta queda al aire acondicionado: ¿es esta la casa de un político que defiende a los pobres o de alguien que se defiende de las acusaciones a puerta cerrada?
